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UNA promueve mejoramiento del sistema “cosecha de agua”

En Guanacaste, el método de almacenar el agua de lluvia, mejor conocido como  “cosecha de agua” se ha utilizado tradicionalmente en abrevaderos para ganado, para mantener corrales de cerdos, para lavar ropa y otras actividades similares.

Debido a la importancia de este sistema, particularmente ahora que está presente el fenómeno El Niño con su secuela de sequía, la Universidad Nacional procura reinvertarlo y convertirlo en una opción para mitigar los efectos del cambio climático.

Para Rigoberto Rodríguez, director ejecutivo del Centro Mesoamericano de Desarrollo Sostenible del Trópico Seco (Cemede) de la UNA “Estas reservas de agua no se han hecho en forma técnica, con cálculos y eso es lo que estamos intentando hacer ahora, puesto que la tecnología tiene muchos beneficios.

Lo que la Universidad Nacional (UNA) ha hecho en un principio, con otras universidades públicas, es intentar desarrollar reservorios, destinados a utilizarse para la producción agrícola en verano, en pequeña escala”, comentó

Se habla de reservorios de 500 o 700 metros cúbicos (hasta 700 mil litros) que alcanzan para abastecer media hectárea de cultivos de hortalizas, como tomate, culantro o cebolla, en época seca.

De acuerdo con Rodríguez todavía falta más investigación, más trabajo por hacer, a mayor escala para ampliarlo a otros cultivos de mayor demanda de agua, “pero lo que hemos visto hasta ahora, con la recolección de agua en invierno, es que en la época de verano permite ampliar un ciclo de cultivo”.

Y es por ello que los principales beneficios se centran en:

  • Seguridad alimentaria: porque tienen disponibilidad de más alimentos y más variados, en época de verano.
  • Beneficios económicos: porque en algunos casos quedan remanentes que los productores venden y con eso se ayudan más.
  • Aprovechamiento del agua: En invierno, mientras se recolecta el agua se puede hacer uso de ella para criar tilapias.
  • En lo ambiental, reduce la presión sobre el recurso hídrico terrestre, como en mantos acuíferos o el agua subterránea.

Durante los seis meses de recolección de agua, la tilapia alcanza un tamaño adecuado para el consumo y venta de carne de pescado, en el tiempo necesario para utilizar del agua en los suelos.

Hay productores que aprovechan el agua en el veranillo de San Juan para cultivar arroz y según Rodríguez, les va bien.

Con el proyecto del Cemede-UNA se hicieron reservorios en zonas como Cerro Verde (antes Cerro Negro), Santa Cruz y La Esperanza, en Nicoya; “también hay experiencias particulares como la de Hojancha, donde hemos ido a asistir a los productores pero fueron iniciativas propias”.

Este año se hicieron cuatro reservorios, de los cuales funcionan dos recolectando la poca agua que ha caído por efecto de la sequía. Rodríguez asegura que hay mucho por hacer para sacar todavía más provecho a sus beneficios.