El hundimiento ocurrido en la carretera del denominado Anillo de Circunvalación en San José, el arrastre del puente de la catarata La Paz por una cabeza de agua y troncos, unido a los problemas del puente de la platina y el corte de la carretera Bernardo Soto por el atascamiento de una alcantarilla, nos demuestran que el territorio nacional es muy vulnerable a eventos derivados de un aumento en las lluvias por efecto de fenómenos climatológicos y con mucha más razón a las secuelas que dejan, por ejemplo los terremotos o tornados.
Cada día es más frecuente que nuestras principales vías de comunicación e incluso el casco urbano de nuestras principales ciudades se vean afectados por huecos en las carreteras, caída de árboles, derrumbes e incluso el derribo de postes de electricidad por automóviles y camiones de carga.
El saldo de estos eventos tiene una enorme repercusión en la economía, como resultado de un mayor gasto de combustibles, atrasos para las empresas por la llegada tardía de sus trabajadores, incumplimiento en la entrega de sus productos en los comercios o en los muelles si se trata de productos de exportación y horas/hombre perdidas por tener que estar atrapados por horas en nuestras saturadas carreteras.
De igual manera resulta afectado el turismo, la prestación de los servicios como la electricidad o el Internet, porque estos eventos generalmente van asociados a los cortes en las vías o la destrucción de los puentes.
Múltiples factores indicen en la precaria situación de nuestra infraestructura vial, que presenta un agotamiento de su vida útil, como resultado de la no realización de obra pública en algunos casos o la falta de un mantenimiento adecuado.
Uno de estos elementos a tomar en cuenta es el creciente parque automotor de nuestro país. Según la Dirección Regional del Gran Área Metropolitana del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), en las vías nacionales hay cerca de 1.800.000 vehículos transitando a diario sobre las mismas calles de hace 20 años.
El problema se agrava. porque “todo el mundo quiere andar en carro” y no se puede limitar la importación de vehículos, que en el último año fue de casi el doble que en el 2009, lo que indica que el crecimiento en ese lapso de tiempo es de un 73{35a9e689fde632ddc9e695173d9a729bbcb91113ec219093f35ff8ca4c3cd351}, pasando de los 39.388 a los 68.390 carros entre un período y otro, o para expresarlo mejor equivale a 187 carros nuevos importados por día; a lo que se suma la importación de vehículos usados que en el 2012, fue de 3.284 vehículos más que el año previo.
Un segundo problema es de carácter cultural y es que los costarricenses lanzamos a los ríos y acequias todo tipo de basura, incluyendo muebles de sala, lavadoras, refrigeradoras, monitores de computadora, bumpers de vehículo y todo artículo que no lleve metal, porque este tiene como destino las compras de chatarra.
A la irracional práctica de lanzar basura en acequias y ríos se suma el atascamiento de las alcantarillas que no reciben la debida atención por parte de las municipalidades.
Podríamos seguir enumerando factores que inciden en que la infraestructura vial de nuestro país y el sistema de conducción de aguas pluviales, servidas e incluso las negras, estén cayéndose a pedazos, pero de nuevo nuestros problemas son culturales.
Debemos reconocer que en Costa Rica, gobierno tras gobierno, hemos sido incapaces de planificar, de hacer obras para que tengan una vida útil de por lo menos veinte años.
Solo la improvisación y la irresponsabilidad de todos por igual, es lo que ha reinado. Creímos que la Costa Rica de las décadas de los 50´s los 60´s e incluso de los 70´s se mantendría, que no crecería, que no nos enfrentaríamos a tener que albergar una población de extranjeros que fácilmente supera el medio millón de personas y que nos quedaríamos con el mismo número de vehículos.
Definitivamente mientras Panamá, por citar un ejemplo que tenemos cerca, con una población similar a la nuestra hace obra pública: estrenará un metro, ha ampliado sus carreteras y ha construido nuevas carreteras demostrando que ocupa un lugar en el tren del progreso, Costa Rica se quedó en el andén sin el boleto para abordar.