El cinco de setiembre se cumplió un año desde que la tierra se estremeció violentamente por el terremoto de Nicoya, afectando gran parte del territorio de la provincia de Guanacaste y en menor proporción la provincia de Puntarenas.
Este evento, anunciado reiteradamente por los expertos desde hace varios años, gracias a Dios no tuvo la magnitud esperada y no provocó daños muy severos o pérdida de vidas humanas.
Pasado este evento, la atención de los sismólogos se centró sobre las réplicas que el movimiento podía tener y su repercusión en la vida de la población. Sin embargo, Marino Protti, sismólogo del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), explicó que se han presentado pocas réplicas con magnitudes significativas, a raíz del movimiento mayor.
“El nivel de réplicas que se presentaron ha sido bastante bajo, para un terremoto en una zona de subducción, cuando rompe todo el contacto entre las placas. Si el sismo es de 7.6, uno esperaría 10 réplicas de magnitud 6.6 y 100 réplicas de 5.6”, dijo Protti.
Según el especialista, únicamente se reportó una réplica mayor a los seis grados y otras cinco con magnitud superior a 5.
“Fue muy poca la contribución que tuvieron las réplicas con este terremoto. A pesar de que hay miles de réplicas con magnitudes menores, pero eso no contribuye en gran medida”, agregó el sismólogo.
Protti, explicó que este comportamiento significa que la falla sigue bloqueada parcialmente, es decir que no toda la energía fue liberada.
“El deslizamiento que hubo el 5 de setiembre fue un deslizamiento parcial de la falla, en tanto que el deslizamiento post sísmico se detuvo hasta abril de este año. Quedó un parche fuerte sin deslizar, puede darse con sismos lentos u otras réplicas que no se han dado”, agregó Protti.
Por su parte Mario Fernández, de la Red Sismológica Nacional (RSN), mencionó que esta zona presenta un comportamiento sísmico, que no permite asegurar totalmente si quedó un restante de energía sísmica por liberar.