¿Qué hacemos con este invierno?

Por: Edgar Leal Arrieta

Esta frase que encabeza el presente artículo, se ha hecho reiterativa durante los meses de julio y agosto en nuestra querida provincia. La he escuchado en diferentes lugares de Guanacaste y no es para menos. Aunque ha llovido con regularidad, los caudales de quebradas y ríos muestran un nivel preocupante. Algunos apenas corren y ya estamos en agosto.

Se presiente una tremenda sequía para el próximo verano pues, aunque llueva mucho en setiembre y octubre, toda esa agua se va al mar y nada queda en tierra. Y no es para menos. Recorriendo la provincia todos los fines de semana además de ser ínfima la cantidad de agua que corre por quebradas y ríos, la deforestación ha hecho su trabajo y junto al sol y el viento consuman la evaporación de la poca agua que cae.

La mayoría de las poblaciones tienen un río en sus proximidades pero como dicen los campesinos, el río aún no ha bajado. Las nacientes están sin cubierta boscosa y así es difícil que el suelo retenga agua.

Se me ocurre una idea para paliar esta situación. Si cada escuela adopta un río o una quebrada y los alumnos de primer grado plantan un árbol y lo cuidan durante los seis años de escuela, al cabo de ese lapso de tiempo habremos aumentado en gran medida los bosques de nuestra provincia y mejorará nuestra situación durante los veranos. El compromiso de esos niños y por qué no de los restantes sería regar esos árboles durante el verano para que no se sequen. La naturaleza haría el resto.

Ejemplar es el caso de la comunidad de El Socorro de San Juanillo en Santa Cruz. Hace más de 20 años por iniciativa propia decidieron no volver a quemar ni deforestar como no fuera para cultivar la tierra. Hoy todas esas tierras se han reforestado solas con solo evitar las quemas, pues si le damos oportunidad, la naturaleza hace su trabajo. Por donde quiera crecen las especies nativas y el bosque secundario que ha crecido le ha proporcionado su cobertura a los ríos y el agua corre a raudales por todos los cauces. Me impresionó la cantidad de agua que corre por el río Los Chanchos, como también me impresionó ver al río Tabaco seco, a su paso por La Florida. Ese río donde se bañaban dantas y jaguares hace 50 años, sufre las consecuencias de las quemas y la deforestación. Ojalá alguna escuela acoja mi idea y dentro de 6 años podamos ver nuestros ríos y quebradas exhibiendo una nuevo traje forestal, gracias a nuestros niños.

Por el momento termino mi nota invitando a todos los guanacastecos a sembrar por lo menos un árbol cada mes y si no, por lo menos que no cortemos los que nacen espontáneamente y procuremos evitar las quemas. Por mi parte continuaré sembrando todos los árboles que pueda cada año, aunque tenga que regarlos en el verano.