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¿Qué es la guanacastequidad?

Edgar Leal Arrieta

Hace ya más de diez años, mi dilecto amigo, profesor y escritor, Marco Tulio Gardela tuvo la feliz idea de acuñar el término GUANACASTEQUIDAD. La idea era que los guanacastecos conociéramos nuestra realidad, nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestros valores, nuestros símbolos, nuestro lenguaje diario. En suma las características de nuestra región y nuestra idiosincrasia.

En resumen, el propósito era conocernos, profesar nuestras costumbres y difundirlas con orgullo, a través de su enseñanza en nuestras escuelas y colegios.

La idea caló hondo en los guanacastecos y el propósito de que fuera parte de nuestros programas de estudio llegó hasta el Ministerio de Educación, donde como era de esperar, se le dio el visto bueno y la orden para implementarlo.

Sin embargo los proponentes de la idea, entusiasmados por la aceptación del proyecto se olvidaron de la principal: lo que íbamos a estudiar. Ignoraron que había que hacer una investigación a fondo para conocer esas características de nuestra provincia y de nuestra gente, para luego plasmarlas en un manual que fuera el mismo para todos los centros educativos.

Para poner en marcha un proyecto de tanta importancia como este, había que conocer y para conocer, había que investigar para aprender que era lo que quedaba del Guanacaste auténtico y dónde estaban las raíces del mismo.

De todos es sabido que Guanacaste desde las primeras décadas del siglo veintiuno, ha venido sufriendo una aculturación provocada por las grandes oleadas migratorias que entraron a Tilarán y Cañas por el este, y a la Península de Nicoya por Hojancha y Nandayure. No menos importante ha sido el flujo migratorio desde Nicaragua. Estas poblaciones entraron a Guanacaste y sin proponérselo impusieron sus costumbres en las regiones donde se establecieron. Lentamente se fueron introduciendo en la provincia y fueron devastando nuestro acervo cultural, a tal punto, que el Guanacaste quedó reducido a un pequeño territorio conformado por partes de los cantones de Carrillo, Santa Cruz y Nicoya. Para consumar la tragedia, a finales de los años setenta, nos invadió el Turismo y nos despojó de todos los territorios costeros, reduciendo aún más la zona del Guanacaste auténtico. En Santa Cruz se atrincheraron los defensores de lo nuestro y empezaron una lucha a muerte contra los invasores. Don Daniel Oduber y doña Carmen Naranjo nos metieron el hombro declarando a Santa Cruz como “Ciudad Folclórica de Costa Rica y a su Fiestas de Enero, como  “Fiestas Típicas Nacionales”. Para hacerla trompuda se aprovechó el gran momento que pasaba la Marimba Diriá, para declararla  “Marimba Nacional de Costa Rica”.

Sobre estas tres columnas se edificó la lucha por conservar lo nuestro. Santa Cruz, en sus fiestas, se libró de los capotes, de las espuelas fijas y de la monta con verijera, pero el resto del cantón y de la provincia fueron invadidos por estas y otras costumbres. En Liberia aparecieron el Nacatamal, la “Tortía dulce y los biscochos”. En la península el picadillo de arracache. El Vigorón arrasó toda la provincia a tal punto que no falta en ninguna fiesta y ya muchos lo consideran una comida típica. La gente ya no sabe la diferencia entre el tamal dulce y el tamal asado. Y no es que estemos obligados a saber de todo pero si no sabemos, no hablemos y si es en televisión menos, y peor aún si estamos en el Mes de la Anexión. Por favor no hagamos el ridículo.

Para colmo de males aparecieron los farsantes, esos que sin saber el significado de la palabra folclor, se suben a cualquier tarima haciendo ostentación de poetas y sentando cátedra de lo que no saben. El engaño alcanza el cenit, cuando aparecen diputados, ministros y presidentes presumiendo de declamadores, exigen campo en la tarima para lucirse pegando cuatro gritos y alardeando de lo que no son. Los ilusos creen que ponerse un sombrero de lona y andar dos varas de mecate arrollados en la mano los convierte en sabaneros y folcloristas.

Volviendo a la Guanacastequidad, como no sabemos ni investigamos, hemos adoptado  ritmos foráneos como propios. Cantamos trova y canción protesta y con toda la cara del mundo decimos que es música guanacasteca y recorremos el país presentándola como tal.  Copiamos los ritmos nicaragüenses y los presentamos como guanacastecos. Los grupos de baile en lugar de investigar cual es el verdadero traje típico guanacasteco se presentan con docenas de trajes diferentes y presumen de guanacastecos. El colmo cada vez que viene un grupo extranjero, quedamos copiando sus trajes y sus coreografías y aún peor inventando. Si Luna Liberiana es un bolero se debe bailar como bolero y si Amor de Temporada es un pasillo, se debe bailar como tal. Algunos personajes que presumen de cantautores, en su incapacidad por componer música guanacasteca hacen mosaicos de canciones y ritmos y lo presentan y graban como música regional.

No señores, para conocer hay que investigar y para investigar, hay que recorrer la provincia palmo a palmo, preguntándole a nuestros viejitos de 90 y 100 años como se presentaban los Indios Promesanos a mediados del siglo pasado. Nosotros mismos estamos borrando lo nuestro cuando presentamos a los Indios Promesanos con traje de mozo pamplonés corriendo los toros en las Fiestas de San Fermín. De 1960 para atrás los indios bailaban descalzos, con taparrabo y no llevaban sombrero de lona, ni reloj de pulsera ni celular.

En fin, para hablar de la Guanacastequidad nuestros jóvenes y algunos viejos que nunca aprendieron, deben recorrer nuestros pueblos y conversar con esos músicos, artesanos, sabaneros, cocineras, escritores, bailarines, constructores de instrumentos, talabarteros, constructores de carretas; para que nos cuenten sus historias y poderlas difundir como parte de la Guanacastequidad. Mientras no sepamos que la autentica carreta guanacasteca es más grande y que sus partes están construidas con diferentes  maderas como laurel, cortés amarillo, canelo, guanacaste y pochote o cedro vagaremos por el mundo presentando la carretilla sarchiceña como carreta guanacasteca y ni colorados nos ponemos. Si no sabemos de qué madera se hacen los yugos diremos que se hacen de balsa para que no les pesen en la cabeza a los bueyes. Hay que saber que es un arricez, un cornejal o una arción, sino, aunque andemos a caballo no podemos presumir de sabaneros.

Antes de impartir clases de Guanacastequidad hay que distinguir que ritmos son guanacastecos y cuáles no. Hay que hablar de atol y no de mazamorra. Debemos conocer nuestros dichos, nuestros refranes, nuestras adivinanzas. Hay que saber cómo se obtiene y se prepara el barro en Guaitil para hacer vasijas. De donde se saca y como se elabora la cabuya para hacer mecates. Hay que saber que es pitarría y planta viva. Hay que saber que el único vino que hay en el mundo es el de uva y que el coyol no es vino. Debemos saber que los tamales nuestros no llevan pasas ni aceitunas y que las rosquillas y tanelas no se preparan con manteca Numar, por lo menos las auténticas. Que la cajeta de naranja agria y el atolillo no se endulzan con azúcar.

Sabemos acaso, -que se tomaba en vez de café en Guanacaste, antes de 1940?

En fin, hay tantas cosas que identifican nuestra provincia que es necesario investigar para empezar a dar clases de Guanacastequidad.

Guanacastequidad implica conocer nuestra música, sus intérpretes y compositores.

Saber quiénes son nuestros escritores y qué han escrito.

Quienes eran nuestros bailarines y los ritmos que bailaban

Quienes eran nuestras cocineras y como preparaban sus comidas, postres y bebidas.

Cuáles son las características propias de nuestro lenguaje, sus dichos, refranes, adivinanzas.

Como se fundó Guaitil y quienes eran las artesanas del barro en Paso Hondo, San José de la Montaña y Lorena.

Quienes eran nuestros talabarteros, qué fabricaban, qué materiales utilizaban y dónde los obtenían.

Sabe usted, – como hacían sus capas nuestros campesinos?

Conoce algún fabricante de carretas y sabe porqué la carreta guanacasteca está construida con 6 maderas diferentes?