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Luchan para recuperar humedales en las Bahías Brasilito y Potrero

Por James Siu
Los esteros conocidos como Penca, Cacao, Platanar, Brasilar, Salinas, Ostional y Puerto Viejo, localizados en las bahías Basilito y Potrero, registrados en el inventario de humedales fueron conocidos por los vecinos nacidos o de larga permanencia como sanos, de aguas limpias y con una diversidad de animales que hoy todavía añoran.

Dicen que había pargos, jaibas, camarones, una cantidad incalculable de aves e incluso cocodrilos e inmensos róbalos y que niños y adultos podían disfrutar con alegría la frescura estas aguas.

Hoy, lamentable se confirma que el estado ambiental de estos humedales puede ser calificado de precario, como resultado de un desarrollo inmobiliario ejecutado por arquitectos, ingenieros y demás especialistas que sin ningún temor a la naturaleza, ni a Dios se lanzaron a su conquista para ampliar terrenos con rellenos, con basura o con la tala del manglar.

Representantes de la FECON, funcionarios del MINAE y de la Municipalidad de Santa Cruz fueron testigos de la destrucción que ha sufrido el Estero Cacao, donde por razones obvias el mar entró al estero transformado cientos de metros del cauce normal del estero.

Como resultado de esto los tanques sépticos de una urbanización cercana se desbordaran y mezclan con el agua del estero.
Aparte de los olores nauseabundos que se desataron peces y otras especies comenzaron a morir como prueba del desastre en que se encuentran estos espacios naturales, ahora convertidos en una triste tragedia humana.
El estero fue abierto al día siguiente, no se sabe si por acción humana o de la naturaleza. Hay evidencia que hubo movimiento de tierra mediante pala, varios cúmulos de arena estaban presentes en el canal. Las aguas contaminadas entraron al mar, sin poder cumplir ciclos normales de la naturaleza.

Las comunidades de Brasilito y Potrero hoy tienen el gran desafío de recuperar sus recursos institucionales y financieros que les pertenecen, y que son necesarios para realizar las acciones correspondientes de mitigación para responder a los efectos del desorden constructivo y del cambio climático.

No hace falta ser experto para decir, que la muerte de los arrecifes de la zona, se encuentra asociada a la destrucción de estos humedales. La educación ambiental se levanta como una gran esperanza, pero no basta si no se logra recuperar los espacios naturales que fueron sacrificados para levantar un desarrollo extractivo y depredador.
Los pobladores de Brasilito y Potrero guardan la esperanza de regresar al paraíso perdido que hoy muestra un lamentable estado.