Lic. Miguel Fajardo Korea*
Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural
(Guanacaste/Moravia). La identidad, del latín identitas, es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad. Esos atributos caracterizan al sujeto, o bien, a la colectividad como un distintivo de los demás. En ese sentido, la identidad es conciencia, construcción socio-histórica, por lo tanto, merece respeto.
Durante la Administración de Alfredo González Flores (1914-1917) se firmó el Decreto Ejecutivo N° 14 del 25 de mayo de 1915, donde estableció la celebración del Día del Árbol (15 de junio), es decir, desde hace más de un siglo se conmemora dicha festividad ambiental.
Posteriormente, el gobierno de Mario Echandi Jiménez (1958-1962), declara el Guanacaste como Árbol Nacional, según el decreto 7, del 31 de agosto de 1959, con base en una iniciativa del periódico “La Tribuna”.
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Entre las razones para dicha declaratoria como Símbolo Nacional, se tomó en consideración, rendirle homenaje a la provincia de Guanacaste, por el hecho histórico-político de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica (25 de julio de 1824); asimismo, se ponderó que la enorme sombra del árbol de Guanacaste, semejaba la protección que el Estado brindaba a los costarricenses.
El árbol de Guanacaste (Enterolobium cyclocarpum); Jack Gryseb, integra la familia Fabaceae. Su etimología proviene de dos palabras del náhuatl: quauh, árbol y nacastli, oreja, que significa árbol de la oreja, pues semeja las orejas humanas, con sus vainas duras, de color café brillante. Por extensión, es un árbol que oye, escucha, habla, conoce y reflexiona sobre las injusticias del llano.
«… más de un siglo en el lugar donde hoy existe la pintoresca ciudad de Liberia un frondoso árbol de Guanacaste era albergue -de día como lugar de sesteo, y de noche para dormir- a un numeroso rodeo de ganado vacuno, del que pastaba en los extensos llanos inmediatos con inquebrantable disciplina, durante el día y la noche todos los días sesteaba y dormía bajo el ramaje de aquel Guanacaste que solitario y dominante estaba en aquel paraje calcinado por el Sol y apaciblemente alumbrado por la Luna» (Francisco Faerron Suárez, «El Guanacaste Árbol Nacional». Diario de Costa Rica (San José, 27 de setiembre de 1959, p. 4).
Recomiendo la lectura del capítulo I (pp-11-21), del libro “Liberia, Guanacaste y sus orígenes”. (San José: Lara & Segura, 2016: 392), del Lic. Ronny Pizarro Méndez, quien presenta una reseña del árbol de Guanacaste. El Lic. Ronny Pizarro y su hijo, el Lic. Francisco Pizarro, sembraron un árbol de Guanacaste, en el parque de Liberia, el 25 de julio de 1983, para rememorar el entorno del sitio histórico.
Igualmente, se puede consultar el breve artículo sobre el árbol de Guanacaste, en mi libro “Perspectivas muralísticas sobre la historia de Liberia”. (San José: CoopeAnde, 2016: 35), donde en las pp. 22-23 cito algunos datos importantes sobre el árbol nacional. La edición electrónica del libro precitado puede consultarse gratuitamente en el enlace www.coopeande1.com
En el 2005, el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) otorgó el Premio Árbol Excepcional, al árbol de Guanacaste, ubicado en el parque ecológico Héctor Zúñiga Rovira de Liberia. Entre los considerandos de sus características físicas para conferirle dicho galardón, adujeron: “amplitud en su copa de 44 metros, 5,20 metros de circunferencia, 40 metros de sombra y 15 metros de altura” (INBio.ac.cr 2015, párr.5). Incluyo la fotografía premiada del Árbol Nacional de Guanacaste, que tomé hace cuatro años. La edad de dicho árbol se aproxima a los 100 años.
El árbol de Guanacaste es inconfundible: “Símbolo de estabilidad y crecimiento, irradia pujanza a su alrededor, elegante la silueta, resistente al viento, solemne, poderoso, el Guanacaste cautiva a primera vista con su copa vasta, redondeada, en forma de sombrilla” (Decreto N° 7, 31-8-1959).
Está claro, entonces, que el Guanacaste es un árbol nación, un árbol territorio. A pesar de ser uno de nuestros Símbolos Nacionales desde hace 60 años, su imagen auténtica se ha venido utilizando equivocada y descuidadamente, lo cual es un atropello contra la identidad, tanto provincial como nacional. Creo que es hora de corregir tan frecuentes errores, al confundirlo con otro árbol.
El árbol de Guanacaste tiene un garbo especial. No estrangula; no mata a los árboles hospederos, pues no necesita de ellos: es independiente. Su copa es alta e irregular. Las hojas son menudas, se cierran durante la noche. Su sombra es dispersa. Sus vainas son aplastadas y enroscadas. Su corteza es grisácea con diámetros sumamente considerables. El Árbol Nacional de Costa Rica le da nombre a la provincia de Guanacaste., que registra 10 141,78 km2 y 382 821 habitantes.
El Guanacaste, Árbol Nacional, completa la historia. Es el árbol de orejas con la verdad sin entreguismos. Sus orejas guardan el grito Varguista. Han sido testigos de las luchas contra los filibusteros y del arrojo que alcanzó el Batallón de Moracia, al mando de Tomás Guardia, durante la Campaña Nacional (1856-1857). Ellas guardan, sin olvido, el despojo peninsular de 1915. Esas orejas escuchan y oyen, pero no olvidan.
Es un árbol gigante, de libertad extendida. Se planta en media calle, en barrio Condega, en Liberia, como emblema y desafío, en el tiempo de las raíces contra el descuido. Es un pedestal en el tiempo de los trípodes para reconocer la geografía de un Guanacaste no ajeno, que protesta contra las injusticias del llano y quienes quisieran venderlo, o bien, entregarlo, por unos dólares o euros que asedian.
En ese contexto, deben corregirse los inaceptables usos identitarios, relacionados con la figura emblemática de dicho símbolo nacional, pues lo confunden profusamente con el árbol de Matapalo (Ficus crocata; Ficus Golmanii), familia botánica: Moraceae. Más lamentable aún, he visto dicha distorsión y descuido en diversos medios de prensa regionales, así como en las pautas publicitarias con motivo del mes de la Anexión de Guanacaste. Ojalá prive la identidad, antes que la pauta publicitaria errónea.
Ya es hora de que muchas instituciones estatales y privadas, coloquen la imagen
del Guanacaste, verdadero Árbol Nacional de Costa Rica, en sus logotipos y membretes; igualmente, en los íconos de muchas páginas digitales. Si no supieran cómo hacerlo, deberían abstenerse de utilizarlo. Le harían un gran favor a la identidad de nuestro árbol nacional.
Ante el aniversario 195 de la Anexión (unión, incorporación, agregación) del Partido de Nicoya a Costa Rica, se torna imperativo recordar que el Guanacaste es el Árbol Nacional de Costa Rica desde 1959, y debe dársele su innegable lugar, sin aducir baladíes ignorancias.
Incluyo, ahora, un poema dedicado a nuestro árbol territorio, incluido en las (pp. 37-38) de mi libro “Casa Guanacaste” (San José; Uruk, 2013: 106).
El cielo Quauhnacaztli
MIGUEL FAJARDO KOREA
Tus hojas
alcanzan la historia.
El cielo Quauhnacaztli,
árbol de orejas
con la verdad total,
sin entreguismos.
Tus cortezas
guardan el grito Varguista
de la Patria Regional.
Gigante
de libertad extendida
como pararrayo centenario.
Te plantás
en media calle
como emblema y desafío
en el tiempo chorotega
de las raíces
contra el olvido.
Enterolobium cyclocarpum,
pedestal en el tiempo
de los trípodes
para reconocer
la geografía
del árbol nación,
del árbol territorio,
del árbol chorotega
contra las injusticias del llano.
Nos asimos de vos
para sabernos vivos
en esta pampa
que amarra
los pies Amatecuauhuitlnacaztli,
en el “Hallazgo conspirador” de tres gritos:
-silencio, despertar y esperanza-.
Este artículo, que escribo en los dos lugares donde resido, alternativamente, tiene como finalidad la retoma de conciencia de confrontar lo nuestro de siempre con otros aires: los de la lealtad y el compromiso de esclarecer la verdad ineludible.
Nadie defiende lo que no conoce, por ello, esta entrega pretende crear concienciar, en relación con el verdadero símbolo de Costa Rica: el árbol de Guanacaste (Enterolobium cyclocarpum).
Nos asimos de vos, para sabernos vivos, en esta pampa que amarra los pies Amatecuauhuitlnacaztli, en tres gritos de evolutivos: “-silencio, despertar y esperanza-”.
Lic. Miguel Fajardo Korea