Buena suerte Sr. Presidente

El ocho de mayo se cumplió el primer aniversario de la investidura del ciudadano Luis Guillermo Solís Rivera como Presidente Constitucional de Costa Rica. El pueblo vivió una verdadera fiesta cívica como corresponde a un pueblo democrático, amante de la libertad y sobre todo entusiasmado por la posibilidad de que se produjera un cambio en el estilo de gobernar y sobre todo, esperanzado en que prevalecerían los principios de honestidad y transparencia.

A pocas horas de iniciada la ceremonia del traspaso de mando se llevó a cabo el primer consejo de Gobierno y como era de esperar, se cometieron los primeros errores que desde luego eran comprensibles y atribuibles a un grupo de personas que hacían sus primeras armas en el difícil arte de gobernar.

Recién iniciadas las labores del nuevo Gobierno comenzaron a notarse fallas, debido no a la mala intención de los funcionarios o su deseo de hacer las cosas mal, pero si como resultado de un mal proceso de comunicación por parte del Poder Ejecutivo con el Legislativo o de declaraciones de ministros donde no se guardaba coherencia entre lo que ellos decían con lo que pensaba el mismo Presidente de la República.

El mal uso de las redes sociales les pasó la factura a algunos embajadores, que apenas y habían ocupado el escritorio o estaban en proceso de desplazarse hacia el país al que fueron acreditados.

Gobernar un país no es fácil, eso lo reconocemos Presidente; máxime que en nuestro país todo el mundo es una lumbrera en cuanta materia se le ocurra y en su deseo de serrucharle el piso desde al mandatario de turno hasta al más humilde de sus coterráneos, utiliza las redes sociales para denigrar, ridiculizar y bajarle el piso a cualquiera, no importa el nivel de eminencia en que se encuentre.

Sin embargo, pasado este primer año, reconocemos Señor Presidente que ha comenzado a tomar medidas correctivas que le permitirán retomar el rumbo y llevar a cabo con éxito su gestión.

Ha sabido atender el clamor de muchos para nombrar un nuevo ministro de la Presidencia, ha nombrado un ministro de Información poniendo al frente a un periodista de reconocida trayectoria y ha comenzado a mostrar signos de que quiere imprimir un estilo nuevo a su gestión.

Comprendemos por supuesto que su administración, tanto como cualquier otra en la historia de nuestro país, no depende solo de sus decisiones o las de sus ministros y presidentes ejecutivos; porque tenemos muy claro que son los mandos medios los que ostentan el verdadero poder y de acuerdo a su sacrosanta voluntad hacen que los trámites que hacemos los ciudadanos sean atendidos y resueltos en forma expedita o que los planes y programas impulsados por el Gobierno lleguen a los públicos meta con prontitud y eficiencia, o que los dineros sean administrados con la debida probidad.

Estamos seguros que ningún Presidente, ministro, viceministro, gerente, subgerente o presidente ejecutivo aspira a un cargo con la firme intención de delinquir, pero cuando prueba las mieles del poder o el corruptor de la empresa privada se le acerca, no es difícil llegar a la conclusión que es fácil que se formen asociaciones para delinquir.

Podríamos enumerar muchas fallas y citar ejemplos de acciones nocivas que se generan en torno al ejercicio del poder, pero en resumen Sr. Luis Guillermo Solís, vemos algunos cambios positivos, de manera que confiamos en que nuestra evaluación el próximo año nos permita concluir que su gobierno retomó el rumbo que todos esperábamos.