OPINIÓN
En Costa Rica, existen miles de personas que tienen ideas de negocios innovadoras y viables, con las cuales aspiran ser o bien ya son emprendedoras, capaces de obtener ingresos a través de sus propios negocios sin tener que ser asalariados y lo que a la vez le garantiza la generación de empleos y crecimiento económico al país. Para muchos costarricenses, este ideal ha sido posible gracias a la otorgación de un crédito de Banca para el Desarrollo, la cual fue creada en el 2008 mediante la Ley N°8634, en la que se estableció la creación de un sistema compuesto de entidades de diversa naturaleza encargadas de conceder préstamos a proyectos productivos y económicamente viables en procura de contribuir en la economía nacional, apoyo al emprendedurismo, reducción de la pobreza y la transformación productiva en Costa Rica.
El Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) otorga financiamiento, avales o garantías, capital semilla, capital de riesgo y otros productos a beneficiarios que correspondan a emprendedores, pymes, modelos asociativos empresariales, demandantes de microcréditos y a micros, pequeños y medianos productores agropecuarios. Lo que demuestra que es un mecanismo financieramente inclusivo, en otras palabras, asegura que cualquier persona física o jurídica sea sujeta a crédito para su proyecto de inversión, siempre y cuando este sea rentable y sostenible, esto se debe a que el SBD se enfoca en el fortalecimiento y crecimiento del emprendedurismo, que sin su existencia sería más complicado para los emprendedores el establecimiento y desarrollo de sus negocios.
Otro acierto es que la Banca para el Desarrollo no solo brinda apoyo económico, sino que también proporciona servicios de desarrollo empresarial como capacitaciones, asistencias técnicas, elaboración de estudios sectoriales a nivel regional y nacional, ayuda en el manejo de microcréditos, entre otros. Estos recursos complementarios brindados por las entidades intermediarias adscritas a este sistema al igual que por el Instituto Nacional de Aprendizaje permiten que los beneficiarios que necesiten formación y entrenamiento en algunas de las operaciones de su negocio, puedan recibir ese acompañamiento o asesoría para implantar con éxito su proyecto en un mercado que se caracteriza por ser tan dinámico y cambiante. Además, de eso es destacable que también les sigan brindando estos servicios en cualquier etapa del ciclo de vida de la empresa, dándoles una orientación profesional para su buen manejo y permanencia.
Por otro lado, las personas que deseen ser favorecidas por este sistema tienen varias alternativas para escoger al operador financiero de su preferencia, pues entre ellos se encuentran bancos públicos y privados, cooperativas, asociaciones, microfinancieras, empresas de créditos, entre otros. Cada uno de ellos se destaca por ofrecer diferentes programas, algunos de estos son Adelante mujeres, Arrendamiento financiero del SBD, Créditos verdes del SBD, Capital semilla, Financiamiento para emprendimiento del SBD y programas destinados a sectores de agricultura, ganadería, industria, comercio, turismo y servicios. La existencia de esta diversidad de productos garantiza que exista uno o varios productos que se ajusten al sector en el que se clasifique el proyecto o a las características y necesidades de los posibles beneficiarios, permitiéndoles aprovechar al máximo el crédito concedido e impactando positivamente el emprendimiento en aspectos económicos, organizacionales, productivos, comerciales, entre otros ámbitos.
Asimismo, gracias a que el SBD promueve encadenamientos productivos entre las pymes beneficiarias, logra que estas establezcan alianzas estratégicas temporales e incluso permanentes que les permitan obtener mayor reconocimiento en el mercado, mientras ambas mejoraran su posicionamiento y productividad y logran ser más competitivas ante las grandes empresas que amenazan con dejarlas paralizadas o fuera del sector.
¿Entonces todo es color de rosa en la Banca para el Desarrollo?, lamentablemente no es así, este sistema tiene sus anomalías, que ocasiona que su funcionamiento no sea tan eficiente como se desearía que lo fuera. Primeramente, en ciertas ocasiones los operadores financieros establecen requisitos rígidos a los solicitantes, convirtiéndolos en barreras que le dificultan a los emprendedores adquirir el préstamo, una de la situaciones que enfrentan es que si solicitan un crédito para invertirlo en un negocio ya creado, requiere que este tenga al menos tres años de operación y ofrecer una garantía real pero la mayoría de los demandantes no pueden cumplir con dichos requerimientos, causando que las pymes pierdan la oportunidad crecer en el mercado, lo que resulta contradictorio con uno de los propósitos que la Banca para el Desarrollo profesa que es el de ayudar en el fortalecimiento de dichas empresas.
Asimismo, suele suceder que los operadores tardan mucho tiempo en darle una respuesta a los usuarios, tanto en el otorgamiento de información, proceso del trámite como en la aprobación y como todos sabemos el tiempo es oro, en especial para una empresa que requiere un financiamiento rápido, ya que cada segundo cuenta, más si esta necesita de ellos para garantizar un mejor servicio o producto o bien para aumentar su capacidad productiva, lo que significaría para ellos la pérdida de ventas a causa de clientes insatisfechos.
Otra problemática por resolver radica en que la mayor cantidad de capital conferido se concentra en la Gran Área Metropolitana, cuando en realidad las provincias costeras son las más necesitadas de financiamiento a causa de los altos índices de desempleo y pobreza, así como del estancamiento económico que predomina en ellas, por lo que se denota la falta de apoyo económico por parte del SBD para impulsar su desarrollo y crecimiento económico a través del otorgamiento de créditos en ayuda a los emprendimientos de dichas zonas rurales.

De igual manera, es necesario que la Banca para el Desarrollo promueva el otorgamiento de más créditos a las mujeres, para reducir la brecha que existe entre ambos géneros, pues como lo manifiesta la ley creadora del SBD en los artículos 7 y 8, que la población femenina será uno de los grupos que se le concederá un tratamiento prioritario a sus proyectos a la vez que se les garantizará un acceso equitativo. Por lo tanto, se refleja un evidente compromiso con ellas, en búsqueda de empoderarlas para que tengan mejores condiciones de vida y darles la oportunidad de que puedan autorrealizarse, evitando que los estereotipos se conviertan en un limitante.

En conclusión, desde hace 14 años el Sistema de Banca para el Desarrollo ha representado ser un gran aliado para el emprendedurismo nacional, permitiendo el crecimiento y fortalecimiento económico y empresarial de los emprendedores y pymes que se han visto beneficiados por sus programas. Sin embargo, dicho sistema debe ser consciente que aún le queda camino por recorrer para asegurarle a los costarricenses que es una banca lo suficientemente eficiente, incluyente y solidaria para ayudar a propiciar una mayor productividad y equidad en todas las regiones y sectores económicos del país.
Abigail Karolina Gutiérrez Gutiérrez.
Estudiante Carrera Administración de empresas.
Universidad Nacional, Sede Regional Chorotega, Campus Liberia.